PUEBLO QUE NO CONOCE SU HISTORIA ESTÁ CONDENADO A REPETIRLA El duelo nacional por las víctimas y desaparecidos en la comunidad de Lajas, en San Antonio de Escazú que lamenta el fallecimiento de más de 20 personas por las inundaciones que provocaron más de una treintena desaparecidos y cientos de damnificados, merece reflexión histórica. Ese drama nacional tuvo su punto más álgido la madrugada del 4 de noviembre pasado durante la tragedia que causó el desprendimiento de una ladera en el cerro Pico Blanco, provocando un gigantesco alud que arrasó con todo lo que encontró a su paso. El refrán de que la información es poder, toma fuerza en el relato del expresidente y Benemérito de la Patria Cleto González Víquez, en su libro "Temblores, Terremotos, Inundaciones y Erupciones Volcánicas en Costa Rica" 1610-1910, acerca de los sucesos de la quebrada Agres en Pico Blanco, en 1861. Don Cleto lo describe de la siguiente manera: "La estación de la lluvia ha sido tan excepcionalmente rigurosa en el presente año…merece mencionarse la de la pequeña quebrada, conocida en Escazú con el nombre de Agres, que tuvo lugar la noche del jueves 24 del corriente… El señor Gobernador, el Ingeniero Director de obras públicas y otras personas más, salieron a explorar los sitios de Alajuelita y Escazú, y pronto se tuvo parte de lo ocurrido en el riachuelo Agres…. A eso del medio día toda la población pudo conocerla, pues habiéndose despejado un poco la cordillera del sur de San Miguel se pusieron de manifiesto grandes derrumbes y copiosas vertientes de agua que salían de las alturas llamadas de la campana y piedra del minero. Estas grandes vertientes no descienden de la cúspide misma de dichos cerros, sino de perforaciones que aparecen en ellos. No se sabe hasta ahora la extensión de la ruina y daños causados en vidas y propiedades. Ayer habían aparecido tres cadáveres y se echaba de menos á varias personas. Muchas familias han quedado arruinadas, pues casas, trapiches, cañaverales, etc." (Cleto González Víquez, 1861) Hoy, 149 años después tampoco sabemos a ciencia cierta la magnitud de la ruina de las familias afectadas la semana anterior, pero sí es latente la falta de conocimiento histórico de los encargados de otorgar los permisos de construcción en zonas donde los fenómenos naturales causan estragos año tras año. Parrita es el caso más simbólico, pero en casi todas las comunidades nacionales se tienen memorias de quebradas que causan año con año daños en sus localidades, es así como que, desde que tengo memoria, la Calle Ancha en Alajuela se inunda con la llegada de la estación lluviosa. Paz y fortaleza a las familias dolientes y reflexión y compromiso para quienes tienen la responsabilidad de evitar que situaciones similares se repitan en nuestras comunidades, a vísperas de las próximas Elecciones Municipalidades, el 5 de diciembre. (*) Colaboró la historiadora Matilde Amalía Cerdas Alvarado con el texto de consulta remitido por su director de tesis, Don Rafael Obregón Loría acerca del relato sobre el Río Agres en 1861 escrito por don Cleto González Víquez Titulado Temblores, Terremotos, Inundaciones y Erupciones Volcánicas en Costa Rica. 1610-1910. |
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