Carretera a Caldera
El lado oscuro de una concesión
Carretera a Caldera
El lado oscuro de una concesión
Leonor Isabel Antillón Sargent (*)
En el supuesto contrato de concesión de la carretera San José-Caldera que siempre cita doña Karla González, y que en realidad no es más que un adendum al contrato de concesión original, he encontrado algunas situaciones realmente preocupantes, que relato:
1. El contrato habla de la cesión de la concesión original y alude a la licitación, de manera general, lo cual abre peligrosamente la posibilidad de disponer de lo que se quiera con sólo citar dicha licitación, que fue hecha hace muchos años y en diferentes circunstancias. Además, en la página 27 dispone que este adendum está por encima de la licitación, lo cual pone en peligro los principios básicos del derecho público.
2. Aunque la ministra alegó en varias entrevistas televisivas y radiales que los puentes peatonales no estaban contratados con el concesionario, lo cual me pareció ilógico e irreverente con el usuario de a pie, lo cierto es que sí aparece la obligación de hacer estos puentes, inclusive con puntos determinados para construirlos (en la página 85, para que todos los periodistas que la interrogaron, tengan una mejor información, para a su vez informar bien a la población )
3. También aparece la obligación de cobrar los peajes cuando se tenga terminada la sección respectiva, y hasta ahora, el tramo del Gimnasio a Escazú, aún tiene trabajadores que obstaculizan cotidianamente el tránsito vehicular que ya paga con creces ese libre uso. No se respetó el proceso de entrega provisional.
4. Se establece un tramo general de San José a Caldera de 77 km, con un peaje base de $2,70 (¢1.579). Divida usted esa suma entre el kilometraje y saque sus conclusiones. Por otro lado, los aumentos al concesionario deberán satisfacer la utilidad programada para éste, todos de acuerdo al precio del dólar, pero resulta que la gran mayoría de los usuarios no reciben el valor de su ingreso en dólares, sino en colones y devaluados día a día. ¿Por qué el trato desigual?
5. Sin base, el adendum divide ese recorrido en tres secciones, del Gimnasio a Ciudad Colón, de ésta a Orotina y de ésta a Caldera. En cada sección se establecen las condiciones y la obligación de acondicionar algunas vías alternas, pero también los peajes que ya vamos conociendo. Se concede además la posibilidad de que el concesionario ponga más peajes en otros tramos, si su ingreso no es el satisfactorio. Lo cual hace que la obra siga, hasta cumplir el plazo. Y se le permite cerrar ingresos ?ilegales? sin determinarse.
6. Y hablando del plazo de 25 años, éste empezará a correr a partir del momento en que todos los peajes estén siendo cobrados, entonces los 25 años serán de hule.
7. Siendo el concesionario un grupo de empresas que se benefician de los diferentes aspectos de esta obra, todas gozan de exoneración de impuestos, como aduanales, consumo, renta, combustibles, etc. Y esto sí que es increíble, todas libres de impuestos, para proteger la ganancia a costa del pueblo, que sí los paga y además tiene en sus espaldas la tasa del peaje, que sube en dólares, hasta aumentarse ¡al límite máximo en horas pico! Costa Rica dando caridad a los pobres españoles. ¡Las vueltas que da la vida!
8. Pero ahí no acaba esta primera parte de hechos, el gobierno le concede al concesionario, para que no se le ?escapen? los clientes, que cierre algunas salidas de evasión, y que además pueda pedir aumento de los peajes en la General Cañas y en la Bernardo Soto, a fin de evitar que el tránsito se desvíe hacia estas rutas para eludir el pago.
9. También se le da al concesionario la facultad de construir estacionamientos hasta para 50 vehículos e instalaciones para explotar negocios comerciales en zonas poblacionales a orillas de la vía, lo cual establecerá una competencia desleal con los comerciantes que ya operan en esas zonas.
Y todavía falta saber la calidad de la obra, porque también dice que si quien inspecciona no lo hace, el concesionario debe actuar responsablemente. O sea, el zopilote es libre de cuidar cómo, cuánto y cuándo come la carne que cuidaría. Juzgue usted, porque de su bolsillo saldrá el pago.
*Abogada
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